Qué bonito sería ver a ese niño sonreír por última vez. Casi 30 años en el mismo equipo, en el equipo de sus amores, del que es socio desde que era un niño. Reus deslumbró al mundo en el año 2012, donde recibió la atención de varios de los mejores clubes de Europa. Pero el dinero nunca fue una tentación para él, a pesar de ver cómo muchos de sus amigos se iban marchando, de compartir vestuario con estrellas que dudaron, como en Dortmund. Él siguió siendo fiel a su niño interior. Sin embargo, el fútbol nunca se portó bien con él. Perdió la final de la Champions contra el Bayern en 2013, y varios de sus compañeros le abandonaron. El 06/06/14, se rompió el ligamento de su tobillo pocos días antes del mundial, y Reus tuvo que ver desde casa cómo aquella selección, en la que habría estado de no lesionarse, se proclamaba campeona del mundo. Sufrió un auténtico calvario con las lesiones, pero siempre se levantó por el bien del Dortmund. Hasta que el año pasado, al encontrar una cierta regularidad, acabó perdiendo la que podría haber sido su primera Bundesliga en la última jornada. Y esta temporada, en su último año en Dortmund, solo nos queda la esperanza de la Champions para que Marco, el niño que nunca se dejó seducir por el dinero, pueda sonreír por última vez.