Las creepypastas son historias ficticias de corta duración cuyo objetivo es asustar y perturbar al lector. Aunque no tienen base real, no son aptas para gente sensible. Si eres impresionable o te asustan las historias de terror, te recomiendo que dejes de leer. Esta historia no me pertenece.
Hypnos Lullaby
Estaba sola en casa, debían pasar de las once de la noche y como no había mucho que hacer encendí el ordenador y me puse a ver algunos videos graciosos, de música y cosas por el estilo, empezaba a aburrirme cuando encontré uno que me llamo la atención. Era de Pokémon, se llamaba Hypno´s Lullaby y en los comentarios decían que el Pokémon era pedófilo y que le gustaba engañar y secuestrar a niños para hacerles cosas poco éticas.
"Tonterías" pensé, pero me puse a ver el vídeo. En él aparecía una imagen de Hypno con un par de niños cogidos de la mano. Sonaba la música de algún lugar de un juego de Pokémon y se escuchaba una voz ronca que cantaba al ritmo de la melodía, y que a pesar de mi escepticismo inicial me puso los pelos de punta. En cuanto terminé de ver el vídeo, mi móvil sonó. Esto ya de por sí era raro, ya que ese móvil llevaba días estropeado y solamente lo utilizaba ya para sacar fotos y escuchar música. Al cogerlo solo pude escuchar una respiración entrecortada y un jadeo. El número aparecía como "Desconocido". Sintiéndome un poco mal por esa extraña llamada, pero estúpida por asustarme por un tonto vídeo, seguí un rato despierta y después me marché a dormir. Pero no podía conciliar el sueño, en mi mente resonaba la melodía de Hypno y esa respiración jadeante de mi teléfono.
Esa noche, y las siguientes las pasé sin dormir demasiado. Por las mañanas me levantaba con dificultad, me sentía cansada, confusa, con una sensación de pesadez y tristeza. Pensé que tal vez estuviera teniendo pesadillas, pero extrañamente no recordaba haber soñado absolutamente nada.
Aquella mañana no fue muy diferente a las demás. Me sentía agotada, deprimida y sin ganas de hacer nada y en mi mente se repetía sin parar aquella cancioncita de Hypno. No podía más que pensar que mi estado actual se debía precisamente a haber escuchado aquella canción y a haber visto aquel vídeo, así que decidí afrontar el problema y busqué más información sobre él. Me metí en internet, y en cuanto tecleé las palabras "Canción de Hypno" apareció en mi monitor la letra traducida de la melodía que llevaba varias noches atormentándome:
La Canción de Hypno.
“Vengan, pequeños niños, vengan conmigo.
Seguros y felices estarán.
Lejos de sus casas, ahora déjennos correr.
Con Hypno tendrán mucha diversión.
Oh, pequeños niños, por favor no lloren.
Hypno no mataría a una mosca.
Sé libre, sé libre, sé libre para jugar.
Ven a mi cueva, quédate aquí.
Oh, pequeños niños, por favor no se muevan.
Estas cuerdas, lo sé, los sujetarán con fuerza.
Hypno te dice que esto es real.
Pero tristemente, Hypno te ha mentido.
Oh, pequeños niños, no podrán irse.
Sus familias los llorarán.
Sus mentes se abrirán.
Permitiéndome embrujar sus sueños.
Pero seguro, todos deben saber
que es tiempo de irse.
Oh, pequeños niños, no fueron listos,
Ahora se quedarán aquí por siempre.”
La letra en sí no me asustaba, era la voz que la cantaba la que me daba escalofríos. Busqué en Youtube y retrocedí hasta el vídeo de mayor antigüedad, ese debía ser el original. La descripción del vídeo estaba escrita en un idioma que no entendí, pensé que era alemán, pero al introducir el texto en el traductor no me dio ningún resultado. Lo mismo me ocurrió al intentarlo con otros idiomas. No parecía tener sentido. Mi búsqueda no parecía llevarme a ningún lugar, así que lo dejé de lado esperando que esos sueños vacíos desaparecieran.
No funcionó. Al día siguiente me encontraba pesada y somnolienta, varias personas de mi clase me preguntaron si me encontraba mal, pero no podía decir que me encontraba así por un vídeo de internet, era demasiado absurdo y se habrían burlado... En el recreo me encontré con un amigo que recordé siempre había jugado a los juegos de Pokémon, así que decidí hablar con él de lo que me preocupaba, aunque de forma indirecta.
-¿Conoces un vídeo que se llama Hypno's Lullaby?
- No me gustan los Hypno, tienen muy poca defensa, el video lo he visto, es ese que tiene la música de torre Lavanda ¿no?
- ¿La Torre Lavanda? – No me sonaba de nada.
- Sí, ¿no has jugado a Pokémon Rojo o Azul?
- Emm… No.
- Bueno en ese juego hay una torre llamada Lavanda y suena la misma melodía del vídeo, es una especie de cementerio Pokémon, es una parte genial del juego, es difícil porque hay fantasmas y...
No pude saber qué ocurría en la Torre Lavanda porque en ese momento me desmayé.
Al abrir los ojos mis compañeros de clase y mi profesora estaban a mi alrededor, asustados y preocupados. Me sentía aturdida, agotada y veía todo muy borroso. Las voces preocupadas de la gente me llegaban de muy lejos y apenas me sentía dentro de mi cuerpo cuando me llevaron al hospital.
No supieron la causa de mi desmayo así que me enviaron a casa y me dijeron que necesitaba descansar. Estaba acostada en mi cama, tratando de dormir, pero no podía dejar de escuchar la melodía de Hypno. No era que estuviera pensando en ella, es que realmente resonaba dentro de mi cabeza.
En algún momento debí dormirme, porque poco después desperté, o al menos eso creo. Estaba rodeada de oscuridad y acostada sobre algo muy duro. Me levanté y a mi alrededor no parecía haber nada más que roca. Una cueva. Estaba en una cueva.
Muy despacio, apoyándome en la pared para no caerme o perderme en la oscuridad, empecé a caminar. Tras un tiempo, que pudieron ser minutos u horas, vi a lo lejos una luz tenue. Tenía que ser la salida, así que me dirigí hacia allí.
Al llegar al origen de la luz me encontré en un espacio abierto iluminado por la luz de una antorcha. La estancia estaba vacía salvo por el cuerpo de una niña, que yacía sentada en el suelo, atada y amordazada. Le quité la mordaza, pero aun así no dijo nada. Tenía la mirada perdida, como si estuviera drogada o... hipnotizada.
La liberé de las cuerdas sin que hiciera ningún movimiento.
- Tenemos que salir de aquí.
No sabía qué era lo que ocurría, pero sí que debíamos irnos, y pronto. Agarré la antorcha que iluminaba la cueva y tomé a la niña de la mano. Me siguió sin oponer ninguna resitencia, sin preguntar y sin siqueira mostrar ninguna expresión.
Caminamos durante mucho rato, los pasillos eran tan similares que habría jurado estar caminando en grandes círculos de no ser porque no volvimos a pasar por la primera cueva. Empezaba a desesperarme, me notaba la cabeza cada vez más pesada y la pequeña niña inexpresiva que caminaba a mi lado no contribuía a calmarme.
De pronto escuché unos pasos detrás de nosotras. Al principio pensé que era el eco de nuestras propias pisadas, pero al detenerme comprobé que no, realmente alguien nos estaba siguiendo.
Me di la vuelta, sabiendo ya lo que iba a encontrar. Hypno. Se parecía al Pokémon que había visto varias veces en la serie de anime, pero era mucho más terrorífico. Su pelaje se veía pálido bajo la luz de la antorcha, tenía unos ojos penetrantes e inteligentes, y en general era monstruoso, terrorífico a pesar de no ser mucho más alto que yo. Balanceaba lentamente un péndulo en su mano mientras avanzaba hacia nosotras. Sus ojos brillaban maliciosos, era incapaz de apartar la mirada de ellos mientras intentaba pensar si Hypno sería capaz de razonar o se guiaría únicamente por sus instintos más básicos.
De nuevo en mi mente empezó a sonar la melodía de la Torre Lavanda, acompañada de aquella voz ronca que ahora sabía muy bien de dónde provenía. Hypno avanzó hacia nosotras oscilando su péndulo. Lo miré e instantáneamente sentí aquella sensación de agotamiento que ya conocía bien. El monstruo sonrió y sobre la insistente melodía que resonaba en mi mente pude escuchar su voz:
Estoy muy solo en este lugar. ¿Vas a llevarte a mi única compañía? ¿Por qué no os quedáis con Hypno?
-T-tenemos que irnos... L-lo siento... yo... no podemos quedarnos... - Ni siquiera yo estaba convencida de mis palabras. Quería quedarme con él. Estaba tan solo... Sacudí la cabeza intentando librarme de aquella sensación de lástima que, en el fondo, sabía que no me pertenecía.
¡Por favor!
Su súplica sonó tan forzada, casi como una orden, que despertó la poca voluntad que me quedaba. Tomé a la niña de la mano y eché a correr tan rápido como mis escasas fuerzas me permitían.
Ya es suficiente.
Su voz resonaba maligna en mi mente. Sabía que lo había enfadado. Traté de tirar de la niña, pero permanecía plantada en el suelo. Me miró con unos ojos llenos de furia y se abalanzó sobre mí tratando de retenerme. Entonces comprendí...
- Estás con él, ¿verdad? Pero ¿por qué? Te tenía atada, secuestrada... - Estaba a punto de echarme a llorar de la impotencia.
Buena chica, mi precioso cebo... La niña corrió junto a Hypno mirándolo con adoración. Nadie se resiste a ayudarte, ¿verdad, mi pequeña? Ahora... esta chica pronto estará bajo mi poder...
Hypno se acercó a mí oscilando el péndulo. Estaba paralizada, incluso empezaba a desear quedarme allí. Casi..
- Libérame - Interpuse la antorcha que llevaba en la mano entre mi cuerpo y el de Hypno, que se acercaba cada vez más.
Mi pequeño trofeo... No pienses que puedes darme órdenes solo porque este sea tu sueño.
Un solo gesto de su mano, una mirada de sus ojos, me paralizó por completo. Mi sueño. Este era mi sueño. Tenía que encontrar una forma de hacer que funcionara a mi favor.
Con el escaso control que mantenía sobre mi mente, me concentré todo lo que pude en encontrar algo, una salida, una forma de derrotar a Hypno... lo que fuera. Y entonces, a mis pies, pude ver un objeto que reconocía del anime de Pokémon: una Pokéball. Me abalancé a recogerla, pero Hypno llegó antes. Me agarró por los tobillos e intentó alejarme de la Pokéball.
¡Maldita niña! Hypno puso su péndulo justo frente a mis ojos. Mi voluntad se esfumó casi por completo y ni siquiera sé de qué forma acerté a alzar la mano y arrebatarle el péndulo. Solo tenía un segundo, y lo aproveché. Agarré la Pokéball y sin mirar si la lanzaba en la dirección correcta la tiré hacia atrás con todas mis fuerzas.
El grito desgarrador de Hypno se mezcló con la ronca melodía que no dejaba de atormentar mi mente. Los gritos de la niña se unieron a los de Hypno mientras su cuerpo era absorbido por la Pokéball. Creo que me desmayé de la impresión.
Cuando volví en mí, estaba sola en la cueva. No quedaba nada, ni Hypno, ni la niña, ni siquiera la Pokéball. Solo aquella pared rocosa y ahora, una luz un poco más allá. Sin vacilar me dirigí hacia ella.
Apenas recuerdo nada más. Al llegar a la luz una sensación de bienestar me envolvió, y al abrir los ojos me encontraba acostada en mi cama. ¿Fue un sueño? Durante unos segundos me quedé allí, convencida de que solo lo había soñado, pero también de que mi suplicio había acabado: por primera vez en días me sentía llena de energía. Fue entonces cuando noté aquel pequeño objeto en mi mano derecha...
Hoy he vuelto a clase después de mi "enfermedad". En estos días he estado descansando y pensando lo que me ocurrió. En el recreo me he encontrado con mi compañero, ese que es tan fan de Pokémon. Voy a contárselo todo mientras almorzamos.
- Vaya, es increíble, pero ahora todo tiene sentido.
- ¿Cómo?
- Hypno se alimenta de sueños, utiliza su péndulo para hipnotizar y dormir a sus presas y devora sus sueños. Por eso no soñabas, y por eso estabas tan cansada, él se estaba alimentando de tus sueños y tu energía.
Vaya, ni por un segundo se ha planteado que le esté mintiendo. Este chico se ve tan lleno de sueños y vida...
Meto la mano en mi bolsillo y saco el pequeño péndulo de él. Hora de dormir, amiguito.